viernes, 20 de noviembre de 2015

En momentos de silencio

En momentos de silencio, 
cuando no sepas qué escribir, 
es mejor que dejes correr ese momento
y las letras no averigüen cómo salir. 

Con esa quietud las letras escucharán mucho y seguro que por sí mismas, en una madrugada o un atardecer, golpearán contra tu mente y ya no te podrás desprender de sus gritos de ira poética. Es una presa acechante que aparece cuando no es buscada. Cuando el poeta, ávido de crear belleza, se arma con su letal pluma, la presa vive en la penumbra. Pero cuando el poeta duerme con la ayuda de Morfeo y exige descanso, la fulminante musa ataca sin clemencia, desgarrando los pensamientos y ennegreciendo la tranquilidad. Ya no puedes huir de ella, y en intento vano desgarras en el papel el funesto mensaje, quedando solo una sombra de lo que en un momento alcanzaste. Es el invento que descubre al inventor. Es el rayo que alcanza a la nube. Es la vida que alcanza a la muerte. Es el poema que dirige al escritor. Las letras son el último reflejo de los dioses en este mundo, el último vestigio esquivo de su benevolencia pasada. Y lo peor de todo es que creemos que nos encontramos en la luz, cuando en verdad ese resplandor en que pensamos estar es la sombra de la luz celestial.

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